La búsqueda del amor y el descubrimiento del sexo son partes
fundamentales de la adolescencia. En esta etapa el enamoramiento se vive de
forma apasionada, los vínculos que se crean se viven de forma intensa, aunque
la mayoría de las veces se trata de relaciones poco duraderas. No debemos
desestimar la importancia de estos sentimientos y primeras experiencias debido
a su carácter pasajero.
El primer amor se vive con gran intensidad. Marca un antes y un después en la
vida del adolescente y suele tratarse de un «amor a primera vista», no siempre
correspondido.
Los adolescentes suelen vivir dos tipos de amores, los
fugaces, es decir que se enamoran y desenamoran sucesivamente de distintas
personas, y los «imposibles», que se viven platónicamente persistiendo en el
tiempo como una tragedia agridulce. Debemos tener claro que independientemente
de si son platónicos o no, breves o duraderos, las emociones que despiertan en
ellos son totalmente reales y, por tanto, los hacen sufrir o vibrar con total
autenticidad.
Los adolescentes tienen gran necesidad de hablar de estos sentimientos, de
entenderlos, de saber cómo actuar. Y es en el grupo de amigos donde se
encuentran más cómodos para hacerlo. La concreción de este amor le abrirá las puertas a un mundo nuevo de sensaciones
y emociones. Asimismo, el rechazo por parte del otro los abocará a experimentar
sensaciones de vacío y tristeza. Los amigos también sirven de escudo y son fuente de valor, cuando tienen que
enfrentarse a los primeros acercamientos al chico/a que les gusta.
Debemos tener presente que pensar en el otro puede mantenerlos largos espacios de tiempo en estado de
ensoñación, de forma que muchas veces los encontraremos distraídos, dispersos.
Para el adolescente también empieza a volverse importante gustar y ser capaces de seducir al otro. Empieza, de esta manera, la preocupación por su aspecto físico, por su cuidado personal, por sus maneras de hablar y comportarse en grupo, dado que la percepción que generen en los demás adquiere gran relevancia.
La intimidad empieza a partir de acercamientos tímidos que se viven
intensamente de forma platónica. Compartir gustos, el leve roce de su mano, un
beso en la mejilla un poco más largo de lo habitual...todo ello son para el
adolescentes signos de amor elevados mentalmente a la enésima potencia en
estados de euforia.
Ahora bien, el despertar sexual, viene marcado por los cambios biológicos que
acompañan la pubertad. El desarrollo de la sexualidad suele comenzar por el
autoerotismo que con el tiempo se complementa con la exploración de sensaciones
a través del acercamiento al otro y que culmina en el acto sexual propiamente
dicho. En este sentido, debemos entender la masturbación como un fenómeno
normal de la adolescencia dado que se trata de una actividad exploratoria, la
cual permitirá al adolescente conocer
sus propias sensaciones y prepararse para una futura genitalidad. Las prácticas
masturbatorias suelen ser más frecuentes en los chicos, no obstante en las
chicas también son una forma de autoexplorarse y empezar a descubrir el placer
sexual. Si bien es cierto que actualmente hemos superado muchos de los tabúes
que cubrían la masturbación de un manto culpablizador, es inevitable que los
jóvenes vivan con cierta vergüenza hablar de la misma puesto que se trata de
una actividad sumamente íntima y personal.
Llegado el momento de la primera relación sexual, la pérdida
de la virginidad, produce en ambos géneros dudas, temores y tensión. Las
chicas, según su tipo de educación y creencias, pueden vivirla como la pérdida
de una virtud o bien como una liberación. En los chicos, en cambio, se vincula
más con la necesidad de demostrar la propia virilidad. Y una vez culminado el
encuentro, suelen experimentar sensaciones contradictorias, por una parte,
emoción, alegría e incluso orgullo por haberlo hecho y sentirse más adultos y
por otra, desilusión o tristeza al comprobar que no fue como sus fantasías y
expectativas lo habían imaginado. Siempre que se haya tratado de una relación
elegida libremente, el buen o mal sabor de boca que le haya podido dejar dicha
experiencia será para el adolescente una fuente de aprendizaje para sus futuras
relaciones tanto sexuales como sentimentales. Como padres, debemos saber
respetar su intimidad dejando que sea él/ella quien decida hasta qué punto
quiere compartir con nosotros lo que está viviendo. Es normal que nos preocupe
no saber o ser conscientes de que las primeras experiencias de nuestros hijos
en el terreno sentimental no están siendo del todo agradables para él/ella,
pero mientras más normalidad y menos angustia mostremos más fácil será para
ellos confiar en nosotros. Sin embargo, ser respetuosos no está reñido con ser
capaces de abrir las puertas al diálogo y ofrecerles la posibilidad de hablar
sobre los miedos y las inseguridades que pueden estar experimentando en ese
momento. Así como señalarle la importancia de que sea él/ella quien marque los
tiempos para iniciar su vida sexual de
manera que no haga nada que no quiera hacer realmente.
En cuanto a la identidad sexual, debemos saber que existe
una etapa en la que los adolescentes presentan una cierta indeterminación
sexual, que conlleva a veces ciertas dudas y necesidad de exploración, pero que
no debe ser entendida como una homosexualidad definida. Los adolescentes muchas
veces inician juegos que implican cierto contacto físico y que son una forma
más de exploración de sensaciones y conocimiento propio y del otro, además
pueden llegar a confundir una amistad profunda que los hace sentir a gusto y
felices con una cierta atracción amorosa. Todo ello pasa con total naturalidad
con el paso del tiempo cuando el/la joven empieza a definir sus preferencias
sexuales.
Actualmente la homosexualidad es entendida como una
orientación sexual marcada por la propia biología más que por una elección
individual y desde luego, ser gay o lesbiana ya no es visto como una enfermedad
o como la consecuencia de copiar modelos inadecuados. A pesar de ello, no
podemos negar, que la mayoría de las veces para los padres sigue siendo un
hecho inesperado ser conscientes de que su hijo/hija es homosexual. Los padres
suelen sentirse sobrepasados ante el desconocimiento, sufren de antemano las
dificultades que imaginan tendrán que enfrentar sus hijos/as debido a su
orientación sexual, no saben como tienen que actuar. Sin duda, la mejor manera
de responder será siempre el afecto y la aceptación. Contar con nuestro apoyo
será la más valiosa herramienta que nuestro hijo/a tendrá para sentirse seguro,
aceptarse y hacerse valer ante los demás.
Finalmente, es importante dedicar un tiempo y un espacio a
hablar a nuestros hijos de la anticoncepción y prevención de enfermedades de
transmisión sexual. No podemos delegar esta responsabilidad en la escuela o en
el médico de cabecera, si queremos que nuestros hijos confíen en nosotros
debemos empezar rompiendo el hielo en temas que ciertamente no resultan siempre
cómodos de abordar. La mejor manera es hacerlo de forma natural, en medio de
una charla relacionada con algún tema similar aprovechando quizás alguna
noticia que vemos por la tele o comentando el caso de algún conocido/a.
El descubrimiento de la sexualidad es una más de las muchas
etapas que padres e hijos deben atravesar juntos a lo largo de la vida, siempre
que sepamos escuchar sin juzgar, disciplinar sin culpabilizar y guiar sin
forzar tendremos asegurada la confianza y el bienestar de nuestros hijos.