Ser padres de un niño con TEA (Trastorno del Espectro Autista) supone un reto para toda la
familia que debe ser asumido con paciencia, compromiso y voluntad de
coordinación con la escuela y demás profesionales a cargo. Los
niños con TEA no suelen presentar déficit cognitivos, se trata más bien de una
afectación a nivel de comunicación e interacción social, la cual, dado que
retrasa o dificulta la adquisición del lenguaje y la comprensión de los
pensamientos, emociones y conductas de los demás puede también dificultar la
convivencia en el hogar y en los otros ámbitos de socialización. Sin embargo,
adaptando nuestra manera de comunicarles la información, facilitándoles
herramientas para favorecer su comprensión de las situaciones y reforzando positivamente
las conductas adecuadas se puede conseguir potenciar notablemente sus
capacidades.
Los TEA son alteraciones
del desarrollo que implican afectación en la interacción social, afectación
en la comunicación social, patrones restringidos, repetitivos y estereotipados
de conducta, intereses y actividades y dificultades de abstracción y
simbolización.
De esta manera, algunas de las características que podemos encontrar en los niños con TEA serán:
-Dificultades en la comunicación, tanto a nivel de expresión
como de comprensión.
-Alteraciones conductuales: hiperactividad, ansiedad,
rabietas debido a pequeños cambios y frustraciones, conductas auto-lesivas.
-Tendencia al aislamiento.
-Dificultades para empatizar y entender lo que quieren y
hacen los demás.
-Dificultades atencionales.
-Algunas habilidades mentales específicas muy desarrolladas.
Debemos diferenciar el Autismo
idiopático (de causa desconocida y síntomas puros) del Autismo sindrómico (con sintomatología derivada de la presencia de
otros trastornos como: trastornos genéticos, trastornos congénitos del
metabolismo, epilepsia, infecciones congénitas adquiridas, exposición
intrauterina a drogas, etc.)
También es importante hacer una clara distinción entre TEA y Retraso Mental. Sobre todo teniendo en cuenta
que los niños con retraso mental a diferencia de los niños con TEA entre los 13
y 15 meses son capaces de responder orientándose hacia su nombre, seguir un
punto que le señala el adulto, mostrar expresiones faciales acordes con el
contexto como la llamada “sonrisa social”, demandar la atención de sus cuidadores
y mostrar interés por las interacciones sociales.
Así, algunos de los principales signos de alerta para la detección del TEA durante la primera
infancia son:
De 0-3 años:
-No
responde a su nombre (descartar déficit auditivo).-Contacto visual pobre o ausente.
-Escaso o nulo inicio de las interacciones espontáneas con otros niños.
-Poca intención comunicativa, excepto si se trata de sus intereses específicos.
-Retraso en la aparición del lenguaje, lenguaje inadecuado o ausencia de lenguaje verbal y/o gestual.
-Marcada preferencia por ciertos juegos u objetos y resistencia al cambio.
-Juego repetitivo y no simbólico.
-Reacciones exageradas a algunos estímulos sensoriales.
-Rabietas inexplicables.
-Presencia de estereotipias motoras y/o descoordinación o torpeza motriz.
En edad escolar:
-Tendencia al aislamiento, escaso contacto ocular y dificultad para la interacción y comunicación con los compañeros.
-Juego solitario y/o repetitivo. Actividades peculiares.
-Aparentemente inatento y despistado, desordenado y con dificultades para organizarse.
-Lenguaje peculiar tanto en la forma como en el contenido.
-Dificultades para comprender órdenes sencillas. No obstante, pueden ser capaces de tener conocimientos y razonamientos muy elaborados.
-Cambios bruscos e inexplicables de humor.
-Rendimiento académico disarmónico y con frecuencia no concordante con su cociente intelectual.
En cuanto al diagnóstico,
hacia los 12 meses se puede sospechar de una elevada probabilidad de TEA,
aunque los casos leves pueden pasar desapercibidos. A partir de los 18 meses es
posible identificar la mayoría de niños con Autismo Clásico y entre los 3 y 4 años se puede dar un diagnóstico dentro
de los TEA. No obstante, mientras más temprana se dé la intervención mejor será
la evolución del niño con TEA.
Algunas pautas educativas
que nos pueden ayudar a comunicarnos mejor, facilitar la convivencia y
potenciar las capacidades de los niños con TEA son:
-Tener presente que cada niño con TEA presenta un nivel de
afectación diferente tanto a nivel cuantitativo como cualitativo y con un
cociente intelectual normal o superior a la media, en muy pocos casos inferior.
-Anticipar los acontecimientos. Hacer uso de ayudas visuales
que faciliten la comprensión de las rutinas y los cambios en las mismas.
-Dar la información de forma clara y concisa.
-Recordar las normas en situaciones nuevas.
-Fomentar que sepa pedir ayuda, realizar demandas y hacer
preguntas.
-Fomentar la interacción con otros niños pero sin forzarla.
-Reforzar positivamente las conductas adecuadas.
-No reforzar con la atención las conductas disruptivas.
Si su hijo encaja con el perfil antes
descrito consultar con un profesional para que éste realice la evaluación y
diagnóstico correspondientes y determine el tipo de intervención más adecuado.